Poema en prosa solidario por la libertad




Las alas

¿Sabes por qué nos gusta tanto que nos rasquen la espalda? Porque antes de nacer todos tenemos alas. Pero cuando llegamos a este mundo se han desintegrado: son de un tejido delicadísimo, como el papel de seda, incapaces de soportar la presión atmosférica. En toda espalda hay un par de puntitos rojos que señalan por donde estuvieron unidas a nuestros cuerpos y allí es donde especialmente nos gusta que nos acaricien la herida invisible. Nadie llega con sus alas intactas. Si en algún caso un bebé las conservara, el médico lo operaría enseguida para extirpárselas. ¿Qué padres querrían un niño con alas? Se subiría encima de los armarios y los tejados de las casas, hasta que un día saltaría al vacío, y se iría volando lejos, muy lejos, para no volver, siguiendo a alguna bandada de pájaros. Pero los pájaros lo saben. Saben lo que algunos padres ignoran. Que con los años las alas, tenaces, vuelven a crecer en el interior de nuestra espalda para no ser detectadas. Que todos los niños se irán algún día para buscar a alguien que les recuerde sus alas rascándoles la espalda.

Silvia Rins

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